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Noticias - Obsevatorio de Nutrición y el Estudio del Sobrepeso y Obesidad
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La disminución de vitamina D en niños con obesidad se asocia con el desarrollo de resistencia a la insulina en la pubertad

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Recientemente, se ha publicado en la revista Nutrientes, un artículo con datos del estudio PUBMEP sobre la disminución de la vitamina D en niños con obesidad y su asociación con el desarrollo de resistencia a la insulina (RI) durante la pubertad.

Para comenzar
La obesidad y el riesgo cardiometabólico se han asociado a los niveles de vitamina D incluso en niños. En la actualidad, hay pocos estudios longitudinales que evalúen el riesgo cardiometabólico y el estado de la vitamina D durante la pubertad.
Es destacable que un estudio anterior, demostró que los niños prepúberes con obesidad central y niveles subóptimos de vitamina D, presentaban una mayor RI puberal en comparación con los que no presentaban obesidad central y niveles óptimos de vitamina D. Es necesario mencionar, que la mayor parte de la población presenta deficiencia de vitamina D y esta tendencia también se ha observado en los niños, lo que recalca la importancia de la realización de estudios longitudinales destinados a evaluar el estado de la vitamina D en periodos críticos de la vida, como la pubertad, o en enfermedades muy prevalentes como la obesidad.

El objetivo de esta investigación
El objetivo del presente estudio fue evaluar la asociación entre la RI, los factores de riesgo cardiometabólicos y la vitamina D en niños desde la etapa prepuberal hasta la puberal.

Metodología
Se incluyó a un total de 76 niños del estudio PUBMEP, con edades comprendidas entre los 4 y los 12 años al inicio del estudio. Los niños fueron evaluados en las etapas prepuberal y puberal. Se realizaron mediciones antropométricas y se seleccionaron biomarcadores de riesgo cardiometabólico, como la glucosa plasmática, los lípidos en sangre, la insulina, la adiponectina, la leptina y la presión arterial y se determinó la 25-hidroxivitamina D (25(OH)D)- calciferol-, en suero. Los niños fueron clasificados según el grado de obesidad y el estado de la RI combinados antes y después de la pubertad. Respecto a los análisis estadísticos, se realizaron pruebas t pareadas y análisis de regresión lineal multivariante y emparejados.

Resultados
Durante la pubertad, el aumento de los triacilgliceroles insulina y del índice HOMA-IR y la disminución del QUICKI (Quantitative Insulin Sensitivity Check Index) se asociaron significativamente con la reducción de la 25(OH)D (B = 0,274, valor p = 0,032; B = 0,219, valor p = 0,019; B = 0,250, valor p = 0,013; B = 1,574, valor p = 0,013 respectivamente), tras el ajuste por el z-IMC, el sexo y la etapa puberal.
Los niños prepúberes sin RI y que padecían sobrepeso u obesidad y que comenzaron a presentar RI durante la pubertad, mostraron una disminución significativa del 25(OH)D y del HDL y un incremento del perímetro de la cintura y de las concentraciones de triacilgliceroles a lo largo del tiempo (valor p < 0,05 para todos). Estos resultados sugieren que los cambios en la RI parecen estar asociados a un efecto sobre los niveles de 25(OH)D durante la pubertad, especialmente en niños con sobrepeso.

Para profundizar
Teniendo en cuenta la deficiencia o la insuficiencia endémica de vitamina D en la población, los niños con RI y obesidad podrían presentar niveles aún más bajos de 25(OH)D junto con otras alteraciones cardiometabólicas. Es necesario mencionar que, en esta investigación, los cambios durante la pubertad de los factores cardiometabólicos, específicamente los niveles de triacilgliceroles y la circunferencia de la cintura, se asociaron de forma negativa con los cambios en los niveles de 25(OH)D, independientemente del índice de masa corporal. Estos resultados ponen de manifiesto la importancia de detectar y prevenir la deficiencia de vitamina D durante la pubertad para evitar el riesgo cardiometabólico en la vida adulta. También se destaca la utilidad de la vitamina D como marcador de riesgo cardiometabólico. Adicionalmente, se necesitan más estudios longitudinales para investigar estas asociaciones en profundidad.

Conclusión
Según los datos de este estudio, existe una asociación en la pubertad entre algunos factores cardiometabólicos y los niveles de 25(OH)D, pero estos resultados no se observaron en la etapa prepuberal. Los niños sin RI con sobrepeso u obesidad que se volvieron resistentes a la insulina durante la pubertad, mostraron una disminución significativa de la concentración de 25(OH)D en el tiempo y en los niveles de HDL mientras que se pudo observar un aumento significativo de los niveles de triacilgliceroles y en la medida de la circunferencia de la cintura.

Enlace: https://www.finut.org/la-disminucion-de-vitamina-d-en-ninos-con-obesidad-se-asocia-con-el-desarrollo-de-resistencia-a-la-insulina-en-la-pubertad/

Ácidos grasos saturados, lípidos circulantes y otros biomarcadores de salud cardiometabólica

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Recientemente, se ha publicado una revisión de la literatura sistemática (RLS) y meta-análisis de ensayos clínicos aleatorizados (ECAs) en humanos sobre el impacto de la sustitución de los ácidos grasos saturados (AGS) de la dieta sobre los lípidos circulantes y otros biomarcadores relacionados con la salud cardiometabólica en la revista Advances in Nutrition.

Importancia y objetivo de este estudio
Se conoce poco sobre el impacto de los AGS individuales y su sustitución isoenergética por otro tipo de ácidos grasos como los ácidos grasos insaturados (AGI) en la prevención de las enfermedades cardiometabólicas. A pesar del creciente interés en las funciones diferenciales de los AGS individuales en la salud cardiometabólica, hasta donde indican los autores, no hay publicadas RLS o meta-análisis de estudios de intervención bien controlados que investiguen esta área tan interesante.
El objetivo de esta RLS y meta-análisis fue estudiar esta laguna de conocimiento, con la hipótesis de que el consumo continuado de AGS individuales en la dieta tendría efectos diferenciales en los lípidos circulantes y en otros marcadores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas.

Metodología
Esta revisión bibliográfica sistemática evaluó el impacto de estas sustituciones dietéticas en una serie de marcadores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas en ayunas, incluyendo: el perfil lipídico, los marcadores de control glucémico e inflamación y las concentraciones de hormonas metabólicas. Esta revisión se registró en PROSPERO con el número CRD42020084241. PROSPERO en una web que engloba una base de datos de registros de algunos tipos de revisiones con metodología sistemática, como RS, revisiones rápidas (Rapid Review) o revisiones de revisiones y otros estudios (Umbrella Review). En la actualidad, aunque no es obligatorio, es aconsejable registrar una revisión si cumple los requisitos que indica PROSPERO antes de que se comience con la extracción de datos. El enlace para realizar el registro es el siguiente: https://www.crd.york.ac.uk/PROSPERO/
Los ECA elegibles para esta RLS, investigaron el efecto de las sustituciones isoenergéticas de los AGS individuales de la dieta durante al menos 14 días sobre uno o más marcadores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas y que hubieran sido realizados en humanos. Las búsquedas sistemáticas se realizaron en las bases de datos de Medline vía PubMed, Embase, Scopus y Cochrane CENTRAL el 14 de febrero de 2021. El riesgo de sesgo de los estudios se evaluó mediante la herramienta Cochrane Risk of Bias 2.0 para ECAs. Los meta-análisis de efectos aleatorios evaluaron el efecto de al menos tres sustituciones dietéticas similares sobre el mismo marcador de riesgo de enfermedad cardiometabólica. Otras intervenciones dietéticas se describieron en forma de síntesis cualitativas.

Principales resultados
Se identificaron 44 ECAs realizados en participantes que tenían una media de edad de 39,9 años. Se observaron reducciones en las concentraciones de colesterol LDL después de la sustitución del ácido palmítico (C16:0) por AGI de -0,36 mmol/l (IC del 95% -0,50-0,21), I2=96,0%; n=18, o de ácido oleico (C18:1) de -0,16 mmol/l (IC del 95%, -0,28, -0,03), I2=89,6%; n=9, con un impacto similar en las concentraciones de colesterol total y de apolipoproteína B.
No se observaron efectos sobre otros marcadores de riesgo de enfermedad cardiometabólica, como el colesterol HDL, en la glucosa, en la insulina o en la proteína C reactiva. Del mismo modo, no se encontraron pruebas de los beneficiosos de sustituir el ácido esteárico de la dieta por AGI en los marcadores de riesgo de enfermedad cardiometabólica (n=4).

Algunas fortalezas de esta revisión
Según los autores de esta investigación, los principales puntos fuertes de esta RLS y meta-análisis se deben a su enfoque amplio

y a la vez específico sobre las sustituciones individuales de los AGS en la dieta. Según su conocimiento, los resultados de estos autores son los primeros y más actualizados, que proporcionan una visión exhaustiva de los efectos causales actualmente conocidos de los AGS individuales en la dieta sobre una amplia gama de biomarcadores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas. Este enfoque de estudio de los AGS individuales, que ha sido posible mediante estrictos criterios de inclusión definidos con anterioridad, ha permitido estudiar el efecto causal de la sustitución dietética isoenergética específica sobre la salud cardiometabólica, al tiempo que se minimizaba la posible confusión de otros ácidos grasos dietéticos o macronutrientes de la dieta. Este RLS también ha presentado una metodología sólida basada en las recomendaciones de la Cochrane y de PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses), para informar de los ítems más importantes de esta revisión.

Limitaciones de esta investigación
Algunos de los ensayos cruzados incluidos con períodos de lavado insuficientes podrían presentar un alto riesgo de sesgo debido a posibles efectos de arrastre. Esto puede haber llevado a estimaciones poco precisas de los efectos beneficiosos de las dietas ricas en AGI en comparación con las dietas ricas en ácido palmítico. También se evidencia una heterogeneidad estadística elevada en los meta-análisis sobre las concentraciones de colesterol total, LDL, HDL y apolipoproteínas que podría haber dificultado la detección de tamaños de efecto estadísticamente significativos. El enfoque utilizado en esta investigación está recomendado por la Cochrane para las RS, sin embargo, esto puede haber llevado a subestimar los intervalos de confianza de los efectos de los ECA individuales.
Por otra parte, los análisis se centraron en los AGS dietéticos individuales y podrían no tener en cuenta los efectos posibles de la matriz alimentaria de las fuentes dietéticas, como la carne roja, los lácteos o los aceites de coco y palma y en menor medida, otros aceites vegetales. Los autores de esta investigación ponen el ejemplo de que la ingesta de lácteos podría estar asociada a un menor riesgo de enfermedades cardiometabólicas a pesar de ser importantes fuentes dietéticas de C16:0 y C18:0. Para finalizar, el número reducido de las investigaciones incluidas en la síntesis cuantitativa no ha permitido el estudio detallado de las posibles relaciones dosis-respuesta. También hay que destacar la elevada heterogeneidad observada entre las investigaciones y el sesgo de publicación posible.

Sobre revisiones sistemáticas y meta-análisis
Si quiere conocer más sobre los pasos a seguir para poder realizar una revisión con metodología sistemática y aprender a interpretar los resultados de los meta-análisis, le recomendamos que consulte nuestro curso virtual organizado por FINUT e INCAP. Más información de esta formación en el siguiente enlace: https://www.finut.org/cursos_online/curso-revisiones-sistematicas-y-metaanalisis/

Conclusión
El impacto de la sustitución del ácido palmítico de la dieta por AGI en los biomarcadores lipídicos está en consonancia con las actuales recomendaciones de salud pública. Debido a la elevada heterogeneidad y a la limitación de los estudios, las relaciones entre los AGS individuales y los biomarcadores de la salud cardiometabólica, necesita una mayor confirmación con la realización de más ECAs.

Enlace: https://www.finut.org/acidos-grasos-saturados-lipidos-circulantes-y-otros-biomarcadores-de-salud-cardiometabolica/

Expertos alertan de que la obesidad y otros factores de riesgo triplicarán las demencias en 30 años

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La obesidad y su relación con la salud mental

El jefe del servicio de cirugía general y de obesidad del Hospital Quirónsalud Málaga, César Ramírez, asegura que la obesidad es uno de los doce factores de riesgo modificables que podrían evitar la aparición de la demencia y un punto clave para la intervención de salud pública. Los otros serían la polución ambiental, las alteraciones de la audición, el hábito tabáquico, el bajo nivel educativo, la hipertensión arterial, la diabetes, el aislamiento social, la depresión, el daño cerebral, el alcoholismo y la falta de actividad física. «Cuando profundizamos en su análisis, nos damos cuenta de que algunos de estos factores, como el bajo nivel formativo, la hipertensión y la diabetes, se relacionan a su vez de forma muy directa con el sobrepeso y la obesidad», dice el doctor Ramírez.

Este experto hace referencia a un estudio publicado en 'The Lancet', en el que se indican que si no se adoptan medidas, los casos de demencia entre los adultos mayores de 40 años podrían pasar de los 57 millones registrados en 2019 a 153 millones en 2050, es decir, se triplicarían.

César Ramírez advierte de que la obesidad se ha asociado a un riesgo de demencia que oscila entre un 80 y un 200% mayor, mientras que el sobrepeso aumenta el riesgo de demencia en un 35%, todo ello en comparación con los sujetos con un peso normal. Así, con todo lo anteriormente expuesto, el cirujano señala: «Queda claro que, si somos capaces de intervenir sobre la obesidad y eliminarla en la edad media de la vida, vamos a estar también incidiendo sobre sus comorbilidades asociadas (hipertensión y diabetes) y vamos a evitar la aparición de demencia en muchas personas. Y es aquí donde la cirugía bariátrica tiene un rol esencial y, en función de lo anteriormente dicho, tendría un papel de prevención primaria para la aparición de demencia en muchas personas si se actúa a tiempo».

Para aquellos pacientes que no logran controlar el peso con ejercicio, dieta y tratamiento con medicación está la opción quirúrgica, explica el doctor Ramírez. Según dice este experto, «la cirugía bariátrica por vía laparoscópica, es decir la cirugía para perder peso, se considera el procedimiento más seguro y eficaz para tratar la obesidad grave. Es un procedimiento mínimamente invasivo y poco doloroso. Tras la intervención el paciente puede ser dado de alta en uno o dos días».

Enlace: https://www.diariosur.es/sociedad/salud/expertos-alertan-obesidad-triplicara-demencia-20220111210834-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.diariosur.es%2Fsociedad%2Fsalud%2Fexpertos-alertan-obesidad-triplicara-demencia-20220111210834-nt.html

La obesidad y su relación con la salud mental

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La obesidad y su relación con la salud mental

Un estudio evidenció que el 51 % de las personas que vive con obesidad tiene un historial de depresión grave

Sobre la obesidad se sabe que es una condición que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, problemas renales o un evento cerebrovascular. Sin embargo, más allá de esas complicaciones y del físico, poco se habla sobre cómo esta afecta la salud mental de quien la padece.

Según afirman especialistas en el área, la salud mental es un componente esencial de la salud integral. Es bienestar individual y se determina por factores sociales, psicológicos e incluso biológicos. Esta puede sufrir un deterioro debido a cambios sociales, estrés, discriminación, exclusión y a un modo de vida poco saludable, lo que explica su relación con la obesidad.

“La obesidad se puede relacionar con factores psicológicos y las respuestas que tenga el individuo en determinadas experiencias emocionales, negativas o positivas”, refiere la doctora Verónica Vázquez, psicóloga clínica.

Un estudio, citado por el Centro de Apoyo de la Asociación Americana de Psicología, demostró que la obesidad en las mujeres está asociada con el aumento de depresión grave en un 37 %, mientras que otra investigación concluyó que un 51 % de las personas con esta condición tiene un historial de depresión grave. Estos estudios demuestran que, sin duda, la depresión se relaciona directamente con la obesidad como una enfermedad multifactorial.

Sin embargo, no solo la obesidad puede contribuir al desarrollo de la depresión, pues hay otros factores que influyen:

El estrés. Los factores externos que afectan el estado de ánimo y bienestar pueden contribuir a la obesidad. Las personas a menudo buscan más alimentos ricos en calorías cuando sufren situaciones estresantes. Además, cuando se está bajo niveles altos de estrés, el cuerpo aumenta la producción de la hormona cortisol. El estrés crónico y los niveles altos de cortisol en forma constante pueden estar asociados con el aumento del apetito y de peso.

Los ciclos de sueño. No dormir lo suficiente o dormir de más puede provocar cambios hormonales que aumentan el apetito. También es posible que al tener un ciclo de sueño poco saludable la persona sienta ganas de comer alimentos con alto contenido de calorías, que pueden contribuir al aumento de peso.

Los medicamentos. Algunos medicamentos utilizados para tratar enfermedades psiquiátricas pueden causar aumento de peso. Por ello, el profesional de la salud le recomendará los cambios necesarios en el estilo de vida del paciente, para contrarrestar ese efecto secundario.

La discriminación. Diversas investigaciones han demostrado que las personas que viven con obesidad son víctimas de discriminación, puesto que se les devalúa por su peso corporal, y esta discriminación, a su vez, genera problemas de salud mental, mayor enfermedad física, peor bienestar individual, bajo rendimiento académico y dificultades en el acceso a bienes de capital, educación y oportunidades laborales.

De acuerdo con Andrea Soria, asesora médico regional de Novo Nordisk, entender la obesidad y su interrelación con la salud mental es el primer paso para mejorar el tratamiento de ambas. “La salud mental es igual de importante que la salud física, una afecta la otra, y ambas son parte del bienestar de las personas”, dice, al tiempo que agrega que es necesario promover y proteger de ambas condiciones, así como crear entornos que se basen en el respeto hacia estos pacientes.

Enlace: https://www.diariolibre.com/estilos/buena-vida/la-obesidad-y-su-relacion-con-la-salud-mental-NA30214669

Cómo la obesidad daña los vasos sanguíneos

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En España, 3 de cada 10 muertes anuales se deben a una enfermedad cardiovascular (ECV). De ellas, el 80 % podrían haberse evitado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), siguiendo un estilo de vida saludable y reduciendo los factores de riesgo.

Entre esos factores de riesgo, la obesidad destaca por su elevada prevalencia. Basta pensar que nada menos que el 61,4 % de los hombres y el 44,1 % de las mujeres mayores de 18 años en España presenta obesidad o sobrepeso. Estas cifras aumentan cada año no sólo en población adulta sino, de manera especialmente preocupante, en niños.

Enfermedad cardiovascular, primera causa de muerte en el mundo
El sistema cardiovascular está compuesto por el corazón, las arterias, las venas y otros vasos de menor calibre. Para que la sangre llegue a todos los órganos, el corazón actúa como un sistema de bombeo y la sangre circula por las arterias. Éstas no son un mero conducto, sino que tienen la capacidad de contraerse y dilatarse para ajustar la cantidad de sangre con la que riegan a los diferentes órganos. Por esta razón, y para poder adaptarse a la fuerza con que la sangre sale del corazón, las arterias son elementos elásticos.

El término enfermedad cardiovascular (ECV) engloba todos aquellos problemas relacionados con el corazón y los vasos sanguíneos. Entre ellos se encuentran la cardiopatía coronaria, la insuficiencia cardiaca, las arritmias, la arteriopatía periférica, la hipertensión arterial o el accidente cerebrovascular. Juntos son responsables de más del 25 % de las muertes anuales en los países desarrollados.

Obesidad, principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular
La OMS define la obesidad como “la acumulación anormal o excesiva de grasa, que tiene repercusiones para nuestra salud”. Ese exceso de grasa se almacena en el tejido adiposo blanco en forma de triglicéridos para poder movilizarlos como fuente de energía en periodos de carencia.

Sin embargo, esa capacidad de almacenamiento del tejido adiposo tiene un límite. Cuando se sobrepasa dicho umbral, el exceso de grasa comienza a acumularse en otros órganos que no están especializados en ello, causando efectos tóxicos. Este sería el caso de la enfermedad del hígado graso, paso previo para el desarrollo de cirrosis o de cáncer hepático.

Además, durante ese proceso de acumulación excesiva de grasa, tanto la estructura como la biología del tejido adiposo cambian. Como consecuencia, se convierte en un órgano secretor de señales inflamatorias o de radicales libres a otros tejidos.

De esta forma, el tejido adiposo de un paciente obeso lanza estas “señales de emergencia” en forma de moléculas a todos los tejidos, incluyendo al corazón y a los vasos sanguíneos, para intentar limitar la llegada de más grasa.

La obesidad aumenta el riesgo de hipertensión.
De manera natural, nuestras arterias son capaces de contraerse y relajarse para ajustar el volumen de sangre que llega a los tejidos según sus necesidades. En los pacientes obesos, las señales de socorro emitidas por el tejido adiposo favorecen la contracción de las arterias y evitan que se puedan relajar.

Como si se tratara de una manguera que mantuviéramos apretada, contraer el vaso aumenta la presión arterial y, por tanto, promueve un mayor riesgo de desarrollar hipertensión. Además, al circular con mayor presión, la sangre puede debilitar la estructura interna de las arterias, haciéndolas más susceptibles a la ruptura.

Esto puede dañar el corazón, los riñones o incluso los pequeños vasos sanguíneos que riegan los ojos , causando problemas de visión que desembocan, en ocasiones, en ceguera.

La obesidad favorece la rigidez y la rotura de arterias
Durante el desarrollo de obesidad, las señales enviadas por el tejido adiposo disfuncional también alteran la estructura de los vasos sanguíneos. Si este remodelado vascular se mantiene en el tiempo, se producirá la deformación o el debilitamiento de la pared del vaso. Así, el ensanchamiento o abombamiento anormal de una parte de una arteria la hace muy susceptible de sufrir una rotura, lo que se conoce con el nombre de aneurisma. En las arterias, la rotura de estas arterias se asocia con una elevada mortalidad.

En otras ocasiones, la pared arterial se vuelve más rígida por un acúmulo excesivo de colágeno (proteína que confiere rigidez a los vasos) y una pérdida de elastina (proteína responsable de la elasticidad). Esto evita que la arteria pueda adaptarse a los cambios de presión arterial, lo que supone otro mecanismo para la aparición de hipertensión.

En conjunto, sería una situación similar a lo que le ocurriría en una manguera vieja expuesta al sol durante mucho tiempo. La goma se reseca, pierde flexibilidad y surgen grietas por donde pueden aparecer fugas.

Arteriosclerosis, el asesino silencioso.
Nuestras células necesitan colesterol para realizar multitud de funciones: desde sintetizar sus membranas hasta generar hormonas tan importantes como el cortisol, los estrógenos o la testosterona. Parte del colesterol que requieren les llega a través de las arterias.

En la obesidad, la cantidad de colesterol que viaja en la sangre hacia los tejidos (el mal llamado “colesterol malo” o LDL-colesterol) suele estar aumentado, mientras que los sistemas de retirada de colesterol sobrante (el colesterol “bueno” o HDL-colesterol) están reducidos. Cuando las células han captado todo el colesterol que necesitan, dejan de captarlo y tiende a acumularse en las paredes de las arterias.

El acúmulo inicial puede complicarse con el tiempo por la llegada de más colesterol y de células del sistema inmune, aumentando el tamaño de este depósito conocido como placa de ateroma. Al final, todo conduce al estrechamiento o incluso a la completa obstrucción de las arterias.

Este proceso, denominado ateroesclerosis, es similar a cuando tenemos un atasco en las tuberías de casa. Por un lado, el espacio libre que tiene la sangre para pasar se ve muy reducido, lo que favorece un aumento de la presión arterial en ese punto. Por otro, parte de esta placa, en muchas ocasiones inestable, puede desprenderse generando trombos que viajan por el torrente sanguíneo hasta alcanzar vasos sanguíneos más pequeños.

Este es el caso de las arterias coronarias o las cerebrales que oxigenan el corazón o el cerebro, respectivamente. El taponamiento de estos vasos de pequeño calibre causa procesos isquémicos potencialmente mortales, como el infarto de miocardio o el ictus cerebral.

Tradicionalmente, se estimaba que la progresión de esta enfermedad era lenta y pasaba de manera asintomática. Sin embargo, estudios recientes liderados por el Dr. Valentín Fuster han puesto de manifiesto que esta enfermedad puede desarrollarse de manera muy rápida en pacientes asintomáticos. En solo 3 años observaron un notable desarrollo de la placa de ateroma en individuos asintomáticos de entre 40 y 50 años, lo que aumenta el riesgo de sufrir infarto o ictus.

Por ello, la mortalidad cardiovascular asociada a la obesidad debe abordarse desde la prevención, el diagnóstico temprano y unos hábitos de vida saludables. La terapia farmacológica individualizada para cada situación clínica es de gran utilidad para el control y la ralentización del daño vascular asociado a la obesidad, aunque puede perder efectividad cuando el daño se ha prolongado en el tiempo y llegar incluso a requerir acciones quirúrgicas.

Enlace: https://theconversation.com/como-la-obesidad-dana-los-vasos-sanguineos-172076