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Sobrepeso y obesidad: la otra niñez en riesgo - Obsevatorio de Nutrición y el Estudio del Sobrepeso y Obesidad
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Sobrepeso y obesidad: la otra niñez en riesgo

Cambios en los hábitos de alimentación, fácil acceso a productos ricos en azúcares y grasas, menos actividad física y más cambios en la forma de transportarse crean un cóctel riesgoso para niños y adolescentes entre 10 y 14 años. Se estima que el 80 % será obeso en la adultez.


TEXTOS. ELOÍSA LUCIANI (EGRESADA DE LICENCIATURA EN NUTRICIÓN, ANTROPOMETRISTA ISAK NIVEL 1 Y DOCENTE DE NUTRICIÓN Y DIETÉTICA 1 UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN DEL URUGUAY).

La situación epidemiológica va cambiando con el tiempo, y transforma aquellas enfermedades de “grandes” en moneda corriente en jardines, primaria y secundaria. La obesidad es un ejemplo de esto. Esta realidad fue reflejada en el documento publicado por el Ministerio de Salud de la Nación en el año 2013, bajo el nombre “Sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes”. Tan grave es el escenario no sólo a nivel país sino también a nivel mundial, que fue declarado por la Organización Mundial de la Salud como una pandemia.

 

El aumento mundial del sobrepeso y la obesidad adolescente es atribuible a varios factores. Uno de ellos es el cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos ricos en calorías, con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables. A ese factor agregamos la tendencia a la disminución de la actividad física, debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas; el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.

Santa Fe no queda excluida de este panorama. Al concurrir a las instituciones escolares ya sean primarias o secundarias, no se necesita más que una mirada un poco atenta para notar que esta situación también afecta a nuestros chicos.

QUÉ ES LA OBESIDAD

Se trata de un proceso metabólico en el que se produce una acumulación de grasa excesiva en relación con el promedio normal que corresponde a cada niño, según su edad, sexo y talla. Es decir, la obesidad aparece porque el aporte de energía mediante la ingesta de alimentos supera el gasto, y el excedente se almacena en el organismo como tejido graso.
Para saber si un niño tiene problemas de sobrepeso u obesidad se debe tener en cuenta el índice de masa corporal (IMC), que se calcula con el peso y la altura, su edad, sexo y talla. Este cálculo (junto con el resto de los datos), se integra en tablas elaboradas por la Sociedad Argentina de Pediatría.

El diagnóstico del problema debe ser realizado por el médico pediatra en los controles anuales que se realiza el niño y ser atendido de manera temprana.

INDEPENDENCIA EN DEPENDENCIA

Al sonido del timbre que anuncia el recreo, la primera necesidad a satisfacer es la de consumir algún producto que ofrezca la cantina. Es que allí, tanto niños como adolescentes manifiestan su “independencia” eligiendo qué comer. Aunque esta elección no es del todo azarosa, ya que de manera implícita las publicidades a las que se encuentran expuestos la mayor parte del tiempo y las exigencias de sus pares terminan coartando esa libertad.
Si bien en un primer momento de la vida las conductas, prácticas culturales y preferencias alimentarias familiares son el principal agente que determina la alimentación, superadas estas etapas, son los pares y las publicidades ya mencionadas, los de mayor influencia en las elecciones.

La adolescencia como la pubertad, se trata, en general, de un momento conflictivo en relación con los hábitos y las costumbres, y una etapa decisiva y complicada en relación con el cuerpo y la comida en particular. El crecimiento general de los órganos, los músculos y los huesos nos determinarán marcados cambios. Las necesidades nutricionales están aumentadas, respondiendo al aumento del crecimiento y el desarrollo.

Dentro de los hábitos adolescentes más representativos nos encontramos con: aumento del consumo de comidas rápidas, como papas fritas, hamburguesas, snacks; el salteo del desayuno; elección inadecuada de colaciones; aumento del consumo de gaseosas y jugos; bajo consumo de frutas y verduras y aumento del sedentarismo. Por lo tanto, es crucial insistir en el refuerzo de los hábitos ya adquiridos y tratar de sostenerlos en el hogar, pero es inevitable resaltar el rol de las instituciones escolares. Este es el sitio de mayor interrelación entre adolescentes, para fomentar la adquisición de una capacidad crítica al elegir una alimentación saludable, ya que promocionar hábitos alimentarios saludables contribuye a su desarrollo físico, mental y social, y a la prevención de enfermedades relacionadas con la alimentación, para que estos alcancen su mayor potencial en la adultez.

EL ENTORNO, LA CLAVE

De las visitas realizadas a distintas escuelas primarias y secundarias santafesinas, y de la observación a sus kioscos, se puede señalar que además del incumplimiento de algunos puntos de la ordenanza municipal vigente, como la falta de incorporación de alimentos saludables y aptos para adolescentes con enfermedades como diabetes, celiaquía e intolerancias, y la incorrecta exposición de los alimentos, se observó que tanto alumnos como docentes presentaban inquietudes y concepciones incorrectas con respecto a alimentación saludable y adecuada, además de preocupación por el estado nutricional propio y el de sus pares.

Entonces, sería apropiado que además de normativas que regulen el expendio en quiosco y cantinas escolares, se incorpore de manera obligatoria dentro de la currícula escolar de los distintos años, un espacio referido a Educación Nutricional Alimentaria, que tenga como objeto fomentar la autonomía en la elección de alimentos y así contribuir al estado nutricional de los individuos.

Pero pese a los esfuerzos de las instituciones educativas por contribuir al desarrollo de conductas más críticas y responsables por parte de sus alumnos, es indiscutible que los estímulos que se reciben en el núcleo familiar son los que los chicos repiten. Entonces, si en la mesa no hay alternativas a la comida rápida ni predominan productos frescos, difícilmente tendrán la inquietud de incorporar alimentos saludables a su dieta.

Igual de paradójico es el rol de los medios que, por un lado estimulan y promocionan el consumo de productos saturados en azúcares, grasas y sodio, y por el otro insisten en presentar la delgadez como un modelo social exitoso.
Atendiendo a esta situación es que el Concejo Municipal de la ciudad sancionó en 2013 la ordenanza Nº 11.989 que “tiene por objeto tutelar y proteger la salud de la población infantil y adolescente, en términos de alimentación saludable, que asisten a establecimientos que imparten enseñanzas de educación inicial, primaria y secundaria”.

En las escuelas, los quioscos o cantinas, deberán contar con alimentos saludables y alimentos aptos para aquellos que sufren enfermedades como diabetes o celiaquía, entre otras. Además deben comprometerse a aumentar de manera progresiva el porcentaje de alimentos de alta calidad nutricional.

Si en la mesa no hay alternativas a la comida rápida ni predominan productos frescos, (los niños) difícilmente tendrán la inquietud de incorporar alimentos saludables a su dieta.

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CAMBIOS DESDE LA CASA

  • Una dieta equilibrada acorde a las necesidades biológicas del niño, que incluya alimentos de todos los grupos; comer tranquilo, en lo posible acompañado y moderar el tamaño de las porciones.
  • Realizar las 4 comidas (desayuno, almuerzo, merienda y cena) y darle principal importancia al desayuno. Esta comida será completa si incluimos lácteos, cereales y frutas. De ser necesario agregar dos colaciones.
  • Enviar colaciones saludables para el colegio desde el hogar, ejemplos: barritas de cereales, turrones, tutucas, frutas y cereales en copos. Siempre acompañado con agua. De esta manera evitamos el consumo de productos de copetín (como palitos salados, papas fritas de paquete, etc.) comida chatarra, amasados de pastelería y golosinas.
  • Estimular la actividad física (30 minutos diarios mínimo), haciendo deporte al aire libre, caminatas familiares en reemplazo de horas de televisión y juegos sedentarios.
  • Tomar a diario 8 vasos de agua segura sin esperar a tener sed. En el caso de los niños, ofrecerles agua con frecuencia.
  • Evitar cocinar con sal, limitando su agregado en las comidas. Para su reemplazo son útiles los condimentos aromáticos como pimienta, perejil, orégano, etc.
  • Consumir diariamente leche, yogur o queso, preferentemente descremados.
  • Al consumir carnes quitarle la grasa visible, y aumentar el consumo de pescado. Cocinar las carnes hasta que no queden partes rojas o rosadas en su interior. Incluir hasta un huevo por día, especialmente si no se consume la cantidad necesaria de carne.
  • Consumir aceite crudo como condimento (dos cucharadas soperas al día). Optar por otras formas de cocción antes que la fritura.


Es paradójico el rol de los medios que, por un lado estimulan y promocionan el consumo de productos saturados en azúcares, grasas y sodio, y por el otro insisten en presentar la delgadez como un modelo social exitoso.

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Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2015/08/08/nosotros/NOS-07.html

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